La inexpresividad facial en los enfermos de párkinson puede ser fuente de aislamiento social y frustración en los afectados. Existen alternativas terapéuticas que pueden resultar muy útiles.
Cuando se menciona al párkinson inmediatamente todo aquel que no ha tenido una experiencia cercana a la enfermedad piensa solo en temblores. El párkinson es más, mucho más. Tal vez uno de los síntomas menos comentado y más evidente sea la hipomimia, conocida popularmente de varias formas: cara de póker, cara de piedra o la máscara. En cualquier caso se está haciendo referencia a la inexpresividad facial, tanto espontánea como voluntaria, que desarrollan algunos enfermos a medida que pasan los años y el párkinson sigue su evolución.
Aunque puede parecer un mal menor teniendo en cuenta otros síntomas de la enfermedad, la realidad es que es fuente de frustración para el enfermo que ve cómo se afectan sus relaciones sociales. El rostro es nuestra principal vía de comunicación extraverbal y un porcentaje significativo de lo que comunicamos lo hacemos por nuestra mímica, si esta deteriora, la comunicación con quienes nos rodean sufre. No es extraño para miles de enfermos de párkinson en el mundo percibir la incomodidad de unos amigos que no saben si está interesado o no en lo que dicen.
La hipomimia es el resultado de la afectación motora que sufre el enfermo, en este caso de forma específica la afectación ocurre sobre la musculatura facial que se vuelve rígida. Al inicio puede pasar casi desapercibida, pero a medida que evoluciona es más evidente y el enfermo puede presentar un rostro inexpresivo, sin sonreír o parpadear, y con la boca entreabierta.
La hipomimia también suele estar acompañada de problemas con la expresión verbal y la deglución, debido a la misma afectación motora de las estructuras implicadas en esos procesos. Algunos investigadores han hallado una correlación entre hipomimia y el babeo, uno de los síntomas que más rechazo genera entre los enfermos, aunque no es algo aceptado unánimemente.
Es importante señalar que esta alteración puede estar enmascarando una depresión, muy común en las personas con párkinson, y es algo a tener en cuenta por el profesional.
Existen opciones terapéuticas que, al menos por un tiempo, pueden tener un efecto positivo sobre la hipomimia. Además de la medicación dopaminérgica a la que suelen responder bien, los enfermos pueden acudir a profesionales de la fisioterapia, la terapia ocupacional y foniatras, quienes podrán orientar masajes y ejercicios específicos para movilizar la musculatura facial.
De forma independiente el enfermo puede “forzar” las expresiones faciales, practicar cuando está a solas delante del espejo diversas expresiones: de asombro, de enojo, interrogativa y hacerlo exageradamente, no tema ser superlativo en esta ocasión.
Cuando esté comunicándose con otras personas intente ser consciente de su rostro y poner la expresión que corresponda al tema y ambiente de la conversación. Puede ser un poco molesto, pero como siempre, la práctica hace la habilidad.
Por último, un truco sencillo que recordé leyendo una entrevista del año 2006 a José Luis Molero, presidente en aquel momento de la Asociación Parkinson Madrid. Molero dijo al periódico El Mundo:
«Mastico chicle para que no se me quede la cara rígida»
En nuestra Asociación, trabajamos a diario en nuestros talleres de logopedia, para mantener, paliar o rehabilitar todos los aspectos de la comunicación, retrasar la dependencia e intentar evitar el aislamiento social, al igual que conseguir que la deglución sea eficaz y segura.
Fuente: https://infotiti.com