El control de la motricidad fina es la coordinación de músculos, huesos y nervios para producir movimientos pequeños y precisos.
Los problemas del cerebro, la médula espinal, los nervios periféricos, los músculos o las articulaciones pueden todos deteriorar el control de la motricidad fina.
A medida que avanza la enfermedad, pueden aparecer los temblores y la rigidez. Todo esto puede dificultar tareas diarias como por ejemplo abrocharse los botones de la camisa, atarse los cordones de los zapatos, comer, etc.
Con las sesiones de psicomotricidad fina queremos retrasar la pérdida de los movimientos finos de las manos a través de actividades dirigidas y actividades más lúdicas.
Con estas actividades grupales, trabajamos además, las habilidades sociales que se ven tan deterioradas, debido a la enfermedad.